de siempre, ver a un bebé regordete nos enterneces… esas ganitas que dan de achucharlos, de «comérnoslos» enteritos.

Ese dicho de «niños gorditos, niños sanitos» viene de la posguerra, cuando alimentarse bien, costaba un montón por no poder acceder a todo tipo de alimentos y cuando se veía a un bebé o niño gordote se pensaba que estaba sanote mientras que el delgado, poco alimentado.

Hace poco me contaba mi madre, no se porqué la verdad, pero vien al tema, la emoción de mi abuela cuando en Castellón, los soldados repartieron pan blanco y no «marrón» (un pan de centeno oscuro y seco que se despedazaba). El soldado al ver su carita, le pregunto «¿quieres uno?», ella asintió con su cabecita y una sonrisa vergonzosa, cuando se lo dió, sus ojitos verdes se volvieron brillantes por la ilusión de llevar a casa semejante hogaza blanca.

 

Somos los primeros y no precisamente por la cola

A día de hoy, por fortuna, eso ya no pasa, pero, nos hemos pasado de frenada y esto ha hecho que los datos de obesidad infantil en España nos catapulten a ser los primeros en Europa en datos de sobrepeso y obesidad infantil.

Conforme al informe Aladino de 2024, pese a que algo hemos mejorado, seguimos siendo el primero de la lista, ojalá algún día seamos los primeros por la cola, señal sería de que lo estamos haciendo mucho más que bien.

La cosa es que cerramos el año con un 40´6% de niños y niñas de entre 6 y 9 años con probrema de exceso de peso, de los cuales, un 23´3% se enmarcaban en el sobrepeso y un 17´3% en la obesidad.

Algo más tenemos que hacer para mejorar y tú puedes contribuir a cambiar las cosas porque…

 

Así fomentamos los adultos el sobrepeso infantil

¿Quién no le ha dado a un niño un caramelo para calmarlo después de ponerle una inyección (vacuna o medicación? o ¿quién no le ha dado una bolsa de «gusanitos» para no dar el espectáulo en el super, parar de golpe su rabieta y tú superar el sofocón?

A la hora de comer fuera de casa, se soluciona con el menú infantil y hay cada menú por ahí que más que menú son bombetas, que ni tú te pedirías pero que permitimos servir a los niños, para estar tranquilos en la mesa y no tener que insistir en que se terminen lo que sea…

Con la escusa del crecimiento, crecen también sus raciones o porciones, o atiborramos al que come más porque claro, lo poco que ha sobrado, no lo vamos a tirar, así curamos nuestra conciencia por no desperdiciar comida sin ser conscientes de cómo afecta al niño, ahora en la amplitud de su barriga y años después, a su autoestima en la adolescencia.  

«Haya paz en la mesa» es en muchas casas el lema, es decir, preparar y servir lo que les gusta e incluso cambiar lo que se haya preparado porque no le gusta, la comida por capricho no genera ningún beneficio y así se crea la dinámica familiar de preparar comidas diferentes a gusto y preferencia de la gente sin pensar en el gastazo que supone ni la incomodidad para quien la comida tiene que preparar.

Premiamos con la comida con ese si te portas bien, iremos al burguer o a la pizzería a comer…

Se piensa que con los años cambiará, que cuando sea más mayorcito, de todo comerá, pero si precisamente en la etapa de la vida en la que se asientan los hábitos fomentamos hábitos alimenticios contrarios a lo que buscamos (niños sanos a 360º) eso dificilmente llegará porque les hemos enseñado que:

  • el azúcar calma
  • el neuromarketing alimentario se hizo para cumplir sus deseos
  • eres bueno si te lo terminas todo
  • como lo que quiero cuando quiero
  • me camelo a mi abuela con la comida
  • comer fuera de casa es tener felicidad en la pancha 
  • Me como «esto» porque me lo merezco, me lo he ganado…

 

Sus emociones también se sientan con ellos a la mesa y les acompañan al cocinar

y tampoco lo tenemos en cuenta. Tras una jornada sobrecargada de extraescolares, si fueras tú ¿cómo llegarías a casa? posiblemente más que agotada. 

Basta con revisar su jornada para prepararse para la batalla, la pelea en la cena porque le cuesta una barbaridad terminarla. Claro, es que la merienda ha sido exagerada… sin tener presente que tus emociones y las tuyas, también se sientan a la mesa. No hay comunicación si no discusión, enfado…

De ahí la necesidad de saber establecer una buena comunicación con los hijos, conocer sus emociones y de qué manera las cosas que les pasa, les afecta para tenerlo en cuenta y prevenir que, de alguna manera, vuelquen sus frustaciones en la comida.

Niños cocineros, problema. ¿hasta que punto es hobbie o emoción volcada en la cocina?

Mira, en la pandemia, muchos de mis amigos y conocidos se metieron en la cocina para distraer a los niños y calmar su ansidead a escondidas. Nunca jamás antes ni después, recibí tantas fotos de pizzas, tartas, bizcochos… hasta que simplemente pregunté ¿qué tal os vá volcando la ansiedad en la comida? Se terminaron las fotos.

Al meter a un niño en la cocina, estamos alabando sus dotes culinarias, que está bien, me gusta que los niños participen en la cocina, pero también es cierto, que si no hay control ni se organizan las comidas y cenas en casa, ya no sabes lo que comes y aumentas tu masa grasa y si te pasa a tí, también les pasa a los niños si no hay en casa buenos hábitos alimenticios.

Cuando metemos a los niños en la cocina, es para cocinar comida normal, comida de toda la vida en la que ellos pueden participar y no elaboraciones ligadas a las emociones, a esos abracitos bollitos, porque quizás, de la manera más tonta, fomentas que en un futuro, puedan hacerse ellos mismos pasteles o bizcochos, platos de pasta super sabrosos en los que volcar su estrés o ansiedad en la vida adulta.

Sí, queda lejos, pero ¿no has tratado de calmar, alguna vez, tu hambre emocional?. Con los niños, igual. Hay que ayudarles a desarrollar lo que ni a ti ni a mi nos enseñaron en la infancia y adolescencia, la inteligencia emocional y no dejarse llevar por las emociones en la mesa.

 

Talleres de Alimentación para Padres ¿realmente valen?

si, ya se hacen pero no en todas las escuelas. No sirve de nada que a los niños se les hable en el colegio de alimentación y hábitos saludables cuando no son ellos los que eligen qué comer, los adultos elegimos por ellos y si la elección se basa en que haya paz en la mesa, ¿de que sirve hablar del tema? de nada.

Los niños aprenden conceptos en el cole que no ven reflejados en sus casas, lo que genera confusión, les hace entender que esto es la teoria pero la práctica, la viven en casa a la hora de la comida, de ir a comprar, si van, a la hora de celebrar….

Por eso, en la formación han de intervenir los padres y si el tema para ellos no es importante, nunca harán esos talleres o peor, siendo un tema importante ¿en qué horario los hacemos? 

Al final «aprender a comer»se termina resolviendo en internet, cada uno a su manera, sin tener en cuenta que la generalidad sólo es un paso para tomar conciencia y que el caso concreto se ha de tratar con un profesional de la dietética y la alimentación especializado en Reeducación Alimenticia, ya que incluye a la familia: sabe evaluar la dinámica familiar y determinar hábitos que se pueden mejora, ayuda a establecer un plan y os involucra a todos. 

Así las malas influencias, se minimizan de igual manera que para tus hijos quieres buenas compañias y no «las gamberras».

 

¿Qué puedes hacer para cambiar las cosas?

Armarte de panciencia y pararte a pensar de qué modo, tú, sin darte cuenta, puedes estar fomentando que tus hijos (sean niños o adolescentes) no adquieran buenos hábitos alimenticios y tratar de cambiar los tuyos para ser su espejo y vean en ti un ejemplo de cómo alimentarse de manera saludable. 

Yendo más allá, también puedes, por ejemplo:

  • Desarrollar tus habilidades de comunicación personal para que fluya la conversación en la mesa.
  • Aprender a gestionar tus emociones en general y el estrés en particular
  • Fomentar en casa el deporte y actividades al aire libre
  • Llevar un horario que facilite la desconexión y el descanso
  • Hacerles partícipes de la elaboración del menú aunque el niño tenga 20 años.
  • Dejar de comer con la tele puesta y poner bonita la mesa
  • Llevarlos más al Mercado y menos al super…
  • Aduirir el hábito de hacer un menú semanal y de llevar a la compra tu lista.
 
son muchos hábitos los que componen el comportamiento alimentario, asi que estoy segura de que alguna cosa más puedes aportar.

Por mi parte, estoy comprometida

con que adultos y niños mejoren su «mundo comida». Pequeños gestos crean diferencias, pero sólo si te das cuenta y tomas conciencia de que está en tu mano cambiar las cosa o dejarlas como están para que «en la mesa haya paz».

Mi intención es acercarme a la restauración y mejorar los menús de adultos e infantes para mejorar su perfil nutricional sin que pierda sabrosura para ti y resulten rentables para ellos. 

Un menú bien diseñado tanto en casa como en restauración hace ganar dinero, falicita una alimentación completa y ayuda a gestionar las emociones en la mesa. 

Es mi manera de contribuir a reducir el índice de obesidad infantil y a ti ¿qué se te puede ocurrir?

Nos llemos pronto

Carmen

Pd: Hay muchos otros factores y condicionantes que iré desglosando en sucesivos posts, ya que éste primero, está escrito para que hagas una reflexión y tomes conciencia de la envergadura del problema porque, de algún modo, nos afecta a todos.